28 enero 2019

Libro recomendado: Quizás vivir sea esto

Quizás vivir sea esto
Jorge Egocheaga
Editorial Serres

El hecho de que la venta de este libro vaya íntegramente dedicada a recaudar fondos para la creación de becas para la educación de los niños del valle del Makalu, debería ser condición suficiente para animarnos a comprarlo. Pero es que además tendremos en las manos un libro que destila generosidad y humildad en cada una de sus páginas. Un libro de lectura sencilla, como sencillo me imagino yo a su autor. No tengo el placer de conocer a Egocheaga, más allá de haber leído algún que otro libro suyo y haber acudido a alguna de sus charlas al regreso de una u otra expedición, pero la conclusión tras leer su libro es la de que deber ser “raru como un perru verde”.

Digo "raru" por cuanto que él mismo se define como un antisocial, huyendo de los reconocimientos que quizás le sean ajenos, pero que desde luego no le son inmerecidos. Moviéndose entre bambalinas para dejar los focos de la celebridad a montañeros que en no pocas ocasiones cuentan con menos logros y méritos, o que a igualdad de cualidades deportivas, sin duda presentan menores cualidades humanas. 

Jorge se desnuda en este libro para mostrar su alma tal como es, o como debe de ser, mediante un relato íntimo y directo más para consigo mismo que para con el lector, y apostaría a que no resulta tarea sencilla hacerlo. Lo hace relatando sus ascensiones a los 14 ochomiles, pero mediante un relato en el que lo que prima no es el reto o el logro deportivo en si, sino que se centra más bien en las sensaciones transmitidas, antes, durante y después de la expedición, sensaciones y experiencias que a lo largo de una vida le van, nos van, moldeando como personas, por suerte, … y en ocasiones por desgracia.

La narración se salpica de anécdotas de su vida, detalles que sirvieron para su formación como montañero de envidiables cualidades, desde dormir al raso en Picos de Europa para entrenar el cuerpo a pasar frío, a acometer retos como el de realizar largas rutas en bicicleta sin comer, para entrenar al cuerpo a pasar hambre. Lo dicho. Raru como un perru verde. Y sin embargo, qué fuerza de voluntad. Qué capacidad de sufrimiento.
 
Nos narra sus encuentros con algunas de las estrellas del montañismo, de las que nos ahorra sus nombres, pues sin duda no es su misión poner a cada cual en su lugar. Sus encuentros o mejor dicho sus desencuentros, de los que en ocasiones solo buscaba salir con una simple tableta de chocolate. Flaco botín. Raru. Así, narra su regreso al campo base tras una ascensión de record y su evasión, casi diría huída, en mitad de la noche para no tener que hacer frente a los halagos de haberlo logrado. Raru, raru. Y sin embargo, cuanta humildad.
 
Nos relata las terribles pérdidas personales sufridas en altura. Iñaki, Joëlle,... Los amigos desaparecidos, las parejas que allí se quedaron para siempre. El sufrimiento ante la incapacidad de no poder hacer nada. Nada, o nada más de lo hecho, que en ocasiones ya era mucho. Y así nos cuenta como apenas desciende del Lothe, colabora en el intento de rescate de Juanjo Garra en el Daulaghiri, para lo que literalmente tuvo que volar colgado de un cable enganchado a un helicóptero, en una muestra de arrojo y calidad humana a partes iguales, de desinteresada colaboración, en apariencia lógica colaboración, en el rescate de un montañero, de un compañero, de un ser humano, algo que debería ser lo normal y habitual y que por desgracia en alta montaña en no pocas ocasiones resulta ser lo excepcional. ¿Raru? Quizás. No se.

Él mismo cuenta que siendo médico y habiendo pedido ayuda en anteriores ocasiones sin recibirla, no puede negarla cuando se la solicitan. ¿Donde están las grandes estrellas del montañismo cuando hace falta organizar un rescate? ¿Dónde están cuando se recaudan fondos para una ONG? Quizás raru, o quizás no tan raru. A Jorge Egocheaga no le darán un Premio Princesa de Asturias, y no será por falta de merecimiento, y si se lo otorgaran probablemente lo declinaría. Raru, si. Pero si es así, hacen falta más raros, hacen falta más perros verdes. De hecho, ojalá todos fuéramos perros verdes, para poder vivir la vida como él lo hace, dando sin pedir, sin guardarse nada en los bolsillos, porque quizás vivir sea eso.

Os dejo el enlace a la web del libro, donde podeis ver los puntos de venta o comprarlo directamente, AQUI.

Un saludo
Cienfuegos

4 comentarios:

  1. Pues me lo apunto y lo pido en la biblioteca, en mi pueblo funciona muy bien y así el libro llega a más gente.
    Un saludo.

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    1. Te gustará. Y tiene un final de novela, que a mi me encantó.
      Un saludo

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  2. Gracias por la reseña, leia hoy mismo en La Contra, espacio del diario La Vanguardia, una entrevista que se le hacía hoy a Jorge.

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    1. Gracias a ti por comentarme lo de esa entrevista, ya que así me hice con el periodico para poder leerla. Como siempre, Jorge dando lecciones de vida a puñaos. Un saludo

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