06 mayo 2019

Pinganón de Caideru y Peña Solengues

Primavera suele ser buena época para visitar alguna cascada, ya que una vez llegado el verano o en otoño, muchas de ellas apenas si tienen agua. El Pinganón de Caideru era una de las que aún no conocía y aunque por distancia podía resultar una ruta un poco larga para una escapada exprés de tarde, nos animamos a ello, aprovechando para ascender también a la cumbre de Peña Solengues y cerrando así una buena circular desde Entrepeñas/Entrepenas.



DATOS DE LA RUTA
  • Fecha: 26/04/2019
  • Zona: Sierra Magrera
  • Concejo: Aller (Asturias)
  • Inicio/Fin: Entrepeñas
  • Distancia: 15,5 Km
  • Desnivel máximo: 750 m
  • Desnivel acumulado positivo: 955 m
  • Tiempos: 5 h 30´
  • Dificultad: Moderada. El ascenso a la cumbre de Peña Solengues exige una trepada, sencilla, pero a tener en cuenta. El terreno a recorrer en la falda sur de la alargada sierra de Peña Solengues podría presentar mucha maleza avanzada la primavera o en verano, no siendo recomendable en esas fechas.
  • Track: pinganon_de_caideru_y_pena_solengues


Aparcamos el coche en el pequeño pueblo de Entrepenas, en plena carretera AS-253. Allí mismo, por entre sus casas arranca la senda que va a ir ascendiendo por la ladera sur de la sierra de Peña Solengues.


La senda sube por el límite superior de las fincas de La Cepa y Cerezuelu, dando vista a la parte alta del valle del Aller.


Una vista atrás nos muestra el estrechamiento del valle en Entrepenas, con  la vieja piscifactoría a orillas del río Aller. La cresta caliza que comprime el valle es, de hecho, el extremo occidental de la sierra de Peña Solengues.


En un momento dado habrá que ascender decididamente hacia una cuidada finca en Fresnéu, que divisaremos en una especie de colladete. Bordeándola por su izquierda salimos a la pista que le da servicio.


Continuamos ahora por la pista, mientras disfrutamos de las vistas que poco a poco se van abriendo ante nosotros, como esta de todo el valle de Aller, por encima de Collanzo, hacia el Morgao y La Llaguna.


Una nueva vista atrás. Se ve la cabaña en la parte alta de la finca de Fresnéu que antes comentada.


En un cruce la pista principal desciende por el lado contrario. Tomamos la que continúa subiendo hacia la izquierda y que alcanzará las fincas de Estruman. En la zona alta seguimos por una senda que, a la derecha, va a ir pasando sobre ellas.


Ya estamos muy cerca del espolón calizo de la alargada sierra de Peña Solengues. Mas tarde volveremos justo por encima de la zona por la que ahora transitamos.


La senda muestra tramos un tanto tomados de maleza con otros por lo que se transita bien. Ganamos un nuevo collado y bordeamos en llano una amplia finca.


En el centro de la foto, Peña Redonda. Por detrás y a su izquierda las Peñas del Faro, con la inconfundible Puerta del Faro.


Y hacia la cabecera del valle de San Isidro vemos la silueta del Torres, con el Toneo a la derecha.



Poco a poco vamos ganando altura, pasando de un collado al siguiente y transitando entre cuidadas fincas, mientras vemos por encima la agreste cumbrera de Peña Solengues.


Al fondo asoma ya la redondeada cumbre del Cuchu con Les Aberrugues o Praera a la derecha. En las fincas de La Teya salimos a una nueva pista que nos hará avanzar más rápido durante un tramo.


Nos llamó la atención el mimo con el que cuidaban esta finca, segando a guadaña los gamones que amenazaban con colonizar el prado. Ya no se suele ver.


La pista asciende hacia el collado Cotrisquéu, por el que cruza a la cara norte de la sierra. No llegaremos a él. Un poco antes de alcanzarlo damos vista a la ubicación de la cascada del Pinganón de Caideru, por el que desagua la vega que se abre bajo el Cuchu.


Aquí la liamos un poco. Intentamos cruzar casi en horizontal por encima de las fincas para no perder altura, siguiendo diferentes sendas. Resulta un tramo un tanto engorroso y es preferible hacerlo tal y como lo haríamos al regreso, por más abajo. Al menos las vistas hacia la cordillera amenizaban el recorrido.


Poco a poco vamos negociando la zona, aproximándonos al Pinganón.



Ya cerca de él salimos a una pista en la que vemos marcas de un PR.  Parece ser la aproximación a la cascada llegando desde Collanzo. La Peña Redonda siempre bien visible.


Y finalmente alcanzamos el Pinganón de Caideru. No trae mucha agua, pero debe ser lo habitual. Ser es un sitio precioso, además la orientación sur hace que tengamos el sol a nuestra espalda, iluminándola perfectamente.



El jacinto estrellado ya estaba florido, como bien veríamos más tarde, y le daba el toque de color a la cascada.


Allí paramos un rato a comer algo y disfrutar del rincón. Poco después, una última foto y a pensar en el regreso.


Para evitar el engorro de la zona alta, optamos por regresar siguiendo la pista que le da servicio a estas fincas, aunque ello suponga perder algo de altura.


Una buena y guapa fuente de camino, donde echamos un trago.


Seguimos la pista durante un tramo para luego tomar otra que asciende a contramano y que sube hacia la cabaña de La Braña, junto a la que muere y desde donde volvemos a disfrutar de las vistas.


Por encima de la finca ganamos altura en dirección nuevamente al collado Cotrisquéu.


Desde el collado bajamos otra vez por la misma pista durante un corto tramo para al poco dejarla subiendo por una senda que gana metros a la derecha. Atrás dejamos el Cuchu y Les Aberrugues o Praera.


La zona alta de San Isidro, con el Torres, el Toneo y el Fuentes.


La senda cruza la ladera meridional de la sierra, pasando bajo la Cochá Cuartes. Allí la cresta de Peña Solengues queda cortada en un tramo. Justo en su vertical se abre una amplia canal por la que ascendemos. Se trata de un tramo que una vez levante la maleza sin duda será engorroso de cruzar. Subimos hasta dar con las paredes calizas de la sierra, a la que se agarra un solitario texu.


Después giramos a la  izquierda, alcanzando el collado que se abre bajo la que entendemos es la cima principal y más alta de la Peña Solengues, aunque según el plano consultado no queda claro. Así el IGN le da a esta una altitud de 1.239 m por los 1.233 m de la cima oriental, mientras que según el 5000 del Principado la cima occidental contaría con una altura de 1.241 m por los 1.245 m de la otra. En todo caso esta parece tener más presencia y mejores vistas. A la izquierda vemos una vira que nos permitirá ascender.


Una vista atrás desde la vira que cruzamos.


La vira muere en un punto donde ya solo resta ascender por la escalonada ladera caliza. Dejamos las mochilas abajo, ya que hay que echar la mano, pero resulta una ascensión sencilla y muy entretenida.


Y hacemos cumbre en Peña Solengues, o lo que entendemos que es su cima principal. La afilada cresta continúa al oeste y conforma uno de los cierres del valle del Aller en Entrepenas.


Las vegas de Ḷḷevinco y más allá de Cabañaquinta, a orillas del Aller.


Peña Mea y Peñes Negres, con la collada Pelúgano/Peḷḷuno a la izquierda.


Por detrás de Peña Solengues se alzan la Forcada (izda) y el Cuchu (dcha), con el cordal que las une y que recorrí hace ya una temporada, como os conté AQUÍ.


Una nueva vista sobre Peña Redonda con las Peñas del Faro por detrás. A la derecha la zona del Nogales, Xexa y demás.


Y la cabecera del valle del Aller, desde Collanzo, con las cimas del Morgao y la Llaguna (izda), el Brañacaballo y Campastiñosas (centro) o el Estorbín (dcha).


Un rato de contemplación en cumbre y la correspondiente foto de cumbre. Luis era la primera vez que nos acompañaba y no íbamos a dejarlo sin el recuerdo.


Y luego para abajo, con cuidado, que aunque se trate de una ascensión sencilla, no deja de ser mal sitio para un tropezón tonto.


Bajamos por una nueva vaguada que se abre casi bajo la misma cumbre, donde se toma la vira de ascenso. Un nuevo tramo de esos que en pleno verano vale más ni planteárselo, porque me lo imagino hasta arriba de "felechos" y "escayos".


Salimos a un tenue sendero que corre paralelo a la cresta caliza, cortando la falda meridional de la sierra y perdiendo altura paulatinamente y que va a pasar sobre la collada que habíamos cruzado solo un par de horas antes.


Dejando la agreste cresta del Solengues en todo momento sobre nosotros.


Una vista atrás a la collada. La senda está un poco tomada de maleza y a la salida del collado nos costó un poco dar con ella, aunque luego se sigue bastante bien.


Pierde altura para luego continuar casi en llano, aproximándose a la cresta caliza, buscando la Pasada la Boya, por donde la cruza. Un poco antes de alcanzarla sale a una senda mucho más evidente que llega desde las fincas inferiores.


Una nueva vista atrás, a las fincas desde donde sube la ancha senda a la que saldremos.


Alcanzamos la Pasada la Boya, una repisa más que un collado en la cresta del Solengues, que permite el cruce de la afilada sierra al valle del río San Julián, cuando vemos al frente Peña Mea y la collada Pelúgano/Peḷḷuno.


Nos despedimos de las vistas sobre la cabecera del valle del río Aller.


Por la Pasada la Boya corta un buen sendero, ancho y bien conservado, empedrado en muchos de sus tramos, de esos que da gusta recorrer.



Es en este tramo, a la sombra de las fayas aún sin hoja, cuando disfrutamos de los jacintos estrellados que ponen la nota de color al bosque.




De todas formas, esta senda, como tantas otras, tampoco se libró de los desastrosos efectos de la nevadona de octubre de 2018, con árboles y ramas tirados sobre ella.


La senda desciende con tendencia clara a la derecha hasta salir a una pista en la que gira decididamente a la izquierda, buscando ya el fondo el fondo del valle. La razón del recorrido es librar los escarpes que ofrece la sierra por este lado. Desde aquí vemos la ubicación de la Pasada la Boya sobre nosotros.


Aún traíamos en mente una última visita, la de la Cueva l´Ablanu, pero la tarde se nos había echado encima y no iba a dar tiempo. Razón para volver. Al fondo vemos una vez más Peña Mea.


Ya solo quedaba dejarse llevar por la pista, que con fuerte pendiente desciende valle abajo.


Por fin alcanzaríamos la orilla del río San Julián, y a su vera, la ermita ... de San Julián, obviamente.


Las últimas luces de la tarde daban en la caliza de Entrepenas, el extremo occidental de la larga sierra de Peña Solengues que hoy nos había amenizado la jornada.

Evitando el último tramo de pista, entrábamos en Entrepenas, cruzando por entre sus casas hasta alcanzar por fin el coche donde daríamos por finalizada la ruta. Otra tarde bien aprovechada. Os dejo el track,


Un saludo
Cienfuegos

6 comentarios:

  1. De increíble belleza es ese concejo allerano y con mano experta ... para quedarse embobado viendo el reportaje. Lo de la maleza ... controlado, ya las probamos !!! 😘😘😘

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    1. Es una pena ver como se pierden las sendas por la maleza, pero yo creo que en esa ladera ya solo deben soltar caballos y esos tienen la piel más dura que nosotros.

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  2. Qué bonita la primavera, el otro día estuvimos por Aller y está todo magnífico, y tan cerca para rutas mañaneras! No conocíamos el Pinganón, y la verdad es que llama mucho la atención, como la bonita cresta del Solengues, así que apuntada queda. Gracias por la aportación, un abrazo.

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    1. La verdd es que en primavera se pone el monte precioso. Ya os vi que estuvisteis por Meleros, una ruta muy guapa tambie´n.
      Un abrazo

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  3. Pues nosotros tampoco conocemos el Pinganon, asi quetomamos nota para en cualquier momento acercarnos, aunque como bien dices ahora seguro que la maleza esta en pleno auge y sera mejor esperar para un poco mas adelante.
    Estupendo report. como siempre Javier.
    Un Saludo.

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    1. El Pinganón merece la pena, pero escoger la época, que yo creo que gran parte del año estará seco. De todas formas para llegar hasta él se puede hacer mucho más sencillo subiendo desde Collanzo casi enteramente por pista.
      Un saludo, Luis.

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