Últimos días de vacaciones y abandonando la idea inical de una ruta por Picos, me dejo liar por Victor para regresar de nuevo a las Sierras de Caduepo y Pigüeña en Somiedo. Solo le pongo una condición, esta vez quiero hacer cumbre en el Rubio subiendo por la Vaḷḷinona, ya que es una cumbre que aún no conocía. El resto lo dejo de su mano, seguro de que saldrá una ruta espectacular, como siempre. El único pero lo puso la niebla que nos dejó sin vistas, si bien a cambio nos regaló momentos mágicos en el interior de los hayedos.
DATOS DE LA RUTA
- Fecha: 05/09/2015
- Zona: Sierras de Caduepo y Pigüeña. Parque Natural de Somiedo
- Concejo: Somiedo (Asturias)
- Inicio: Pigüeces
- Fin: Pigüeña
- Distancia: 14,2 Km
- Desnivel máximo: 940 m
- Desnivel positivo acumulado: 1.220 m
- Tiempos: 9 y 1/2 horas
- Dificultad: Dificil. Gran parte de la ruta se realiza por sendas muy perdidas o en ausencia total de ellas. Especialmente comprometido puede ser el descenso desde el Chano la Chanza por la ladera de Las Claras, a través de la Senda de la Espina, totalmente perdida y que no recomendaría sin ser muy consciente de donde nos vamos a meter.
- Track: alto_del_rubia_por_la_vachinona
La oportunidad de disponer de dos coches hace que planteemos la ruta como una travesía por las Sierras de Caduepo y Pigüeña, entre los pueblos de Pigüeces y Pigüeña, por lo que tras dejar un vehículo en este último, salimos del primero en dirección a la iglesia (640 m).
El día está feo de narices. La previsión no era esta, desde luego. Pero es lo que hay. Desde la iglesia seguimos subiendo hacia el cementerio.
Frente al cementerio hacemos un giro de 180º a la izquierda y seguimos subiendo hasta una pequeña loma, el Pandieḷḷu, desde donde tenemos una buena vista de Pigüeces.
Allí giramos a la derecha y seguimos subiendo hasta la siguiente loma, el Chano Colinas.
Desde el Chano Colinas continuamos subiendo con tendencia a la derecha, atravesando un crestón rocoso en el que se abren varias cuevas. Abajo va quedando Pigüeces, mientras nos aproximamos ya a la línea de niebla.
Alcanzamos una última loma, el Chombu Chociencias y casi en llano entramos en una amplia vaguada que la niebla nos impide ver. Es la Vaḷḷinona.
La Vaḷḷinona es una rectilínea y pendientísima canal, que cae a pico desde la cumbre misma del Rubio. Haremos el ascenso por ella. La niebla hace que no podamos disfrutar de las vistas que se deberían ir abriendo a nuestras espaldas, pero a la vez nos impide ver lo que nos queda por arriba. Y es que por esta canal ascenderemos unos 450 m en poco más de 600 m de distancia horizontal. Creo que con eso esta dicho todo.
La primera parte ascendemos pegados a la linde del bosque, en la margen derecha (sentido ascendente), para luego irnos más al centro. En un momento dado cruzaremos una marcada senda. Es la misma por la que pasé hace una temporada cuando le dimos la vuelta a la sierra y que os conté AQUI.
Subimos con calma, aún cuando la niebla ayuda. No quiero pensar subir por aquí con un sol de justicia. Más arriba la canal se abre un poco y se desdobla, siendo preferible ascender por la derecha de la misma. Un característico risco a modo de enorme jito, debería servirnos de referencia. Debemos subir a la derecha del mismo.
Aún cuando parezca imposible, la pendiente se acentúa aún más en el último tercio y casi me atrevería a decir que finalmente la Vaḷḷinona nos escupe a la cresta de la Sierra de Caduepo, solo unos metros por debajo de la cumbre del Rubio.
Y así hacemos cumbre en el mal nombrado Pico del Rubio (1.392 m), pues el verdadero nombre de esta cima es la de Pico del Prao del Niseiro o Pico de la Vaḷḷinona. Bailes de nombres del IGN. Las vistas nulas. La niebla está bien agarrada y nos impide disfrutar de ellas. Va a tocar volver una vez más a la Sierra de Caduepo para poder apreciarlas.
Así que no paramos apenas en cumbre. Hace fresco y aquí no pintamos nada. Yo paso por el verdadero techo de la Sierra de Caduepo, unos 5 metros más alta y al sur de la anterior, desde donde observo como se recorta el cresterío.
Recorremos un corto tramo de la cresta hasta un marcado collado en donde un desdibujado sendero empieza a perder metros por la vertiente derecha, la de Pigüeces. Lo más habitual es bajar por la izquierda, la vertiente del valle de Trapa, pero hoy lo haremos por aquí.
Es una ladera más quebrada, que cruza por encima de La Cariadona, pero el sendero es bastante claro y se cruza sin problemas. Además la niebla le da su punto, dibujando fantasmagóricas formas.
Por fin la senda bordea el extremo sur de la sierra y salimos encima de la collada del Chanu la Trapa.
Empezamos ahora a perder metros hacia el fondo del valle, dirigiéndonos a La Forcada, donde el valle se desdobla en dos, el Valle la Trapa que sube al Chanu la Trapa y el Valle Orticeda que se dirige a la braña y a la Cuḷḷada de Orticeda.
En La Forcada (1.110 m) giramos a la derecha para seguir subiendo hacia Orticeda. El día está visto que no nos va a dar la más mínima oportunidad.
Es en esta zona donde observamos varios rebaños de venaos (ciervos), aunque se mantienen a distancia. La Trapa es un verdadero paraíso cérvido y un lugar privilegiado para venir a rececharlos.
Seguimos subiendo por el fondo del valle y pasando frente a La Corradina, un minúsculo corro al abrigo de una peña, donde se guarecían los pastores.
Y poco después alcanzamos La Raya, la muria que delimita la braña de Orticeda, terreno privado y perteneciente a Pola de Somiedo, por lo que a veces esta braña aparece en los mapas como Braña de La Pola.
Orticeda es una braña preciosa, en el recogido y escondido valle de La Trapa y al abrigo del hayedo de El Veneiro.
Subimos por entre las ruinas de sus corros y cabañas, con el marcado collado del Chanu la Sieḷḷe al fondo.
Y justo por encima de Orticeda, nos internamos en el hayedo de El Veneiro. Ya que el día no está para grandes panorámicas, buscaremos el deleite de los bosques y sus pequeños detalles.
Cruzamos el Veneiro hacia la izquierda, ganando metros poco a poco, sabiendo que el valle de la Trapa y el bosque del Veneiro confluyen cerca de la Cuḷḷada Orticeda, bajo el Vildéo.
Unos metros por debajo de la Cuḷḷada Orticeda hacemos una parada para comer algo, que ya va tocando. Después seguimos hasta la collada (1.355 m), en la que damos vista a la vertiente de Aguino. De nuevo nos quedamos sin las vistas sobre la zona alta de Somiedo.
A duras penas vislumbramos las casas de Aguino entre la niebla.
El día no está para nada, así que renunciamos a la cumbre del Vildéo y en vez de subir hasta ella, lo bordearemos por el sur, subiendo por una perdida senda con la que en los primeros metros nos cuesta un poco dar. Esta senda aparece más marcada cuanto más arriba y gana una especie de colladín, en el extremo sur de la sierra, donde gira a la derecha.
Después sigue sensiblemente en llano hasta salir al Cuḷḷao de la Vaḷḷina o Cuḷḷao Vildéo (1.451 m), solo unos metros bajo la cumbre y que cruzamos cuando más densa es la niebla.
Salimos del Cuḷḷao por la derecha buscando una perdida senda que va a ir recorriendo la zona alta del cordal hacia el oeste. En realidad, nosotros lo haremos unos metros por debajo del filo del cordal, por medio del hayedo que se abre en la vertiente de Pïgüeces.
Alcanzamos así un segundo collado, el Cuḷḷao la Probe (1.463 m), y seguimos de igual forma hasta un tercer collado, el Cuḷḷao el Texu (1.510 m).
Desde el Texu empezamos a bajar a la derecha por medio del hayedo de La Enramada, con tendencia a la izquierda.
No debemos buscar enseguida la profundidad del valle. Debemos seguir hacia la izquierda hasta colocarnos en la cabecera del valle de La Enramada, una marcada vallina por la que debemos empezar a bajar. De todas formas el hayedo es limpio y no debería ofrecernos muchos problemas el descenso por él.
Bajando por el centro de la, cada vez más marcada, vallina localizaremos el punto de nacimiento del manantial de La Fonfría. Unos metros por debajo confluyen las dos riegas que marcan el valle de La Enramada.
Desde este punto empieza a vislumbrarse la senda que por la margen izquierda de la riega va a ir bajando hacia los prados de La Barzanieḷḷa, mientras disfrutamos del que puede ser uno de los hayedos más guapos de todo Somiedo.
Cuando más bajemos, más evidente se hará la senda. Por aquí subimos el día que hicimos una circular a la Sierra de Pigüeña, que os conté en AQUI.
Salimos por fin a los prados de La Barzanietcha, desde donde vemos la Sierra de Pigüeña al fondo y el collado del Chanu la Chanza a donde deberemos dirigirnos a continuación. Aquí se nos abren varias posibilidades para dirigirnos a Pigüeña. Lo más sencillo sería subir a ganar el Alto la Sierra por donde discurre el camino habitual hacia el pueblo. También podríamos bajar por La Reguera, el arroyo que se forma al sur de la sierra. Pero hoy Victor va a mostrarnos una ruta más salvaje, si cabe, cruzando la ladera de Las Claras.
Entrando en Las Claras, en primer lugar nos dirigiremos a la Cueva los Candanales, fácilmente identificable en mitad de la ladera, para luego bajar por la Senda la Espina.
El valle de La Reguera, entre las laderas de Las Oscuras a la izquierda y Las Claras a la derecha, con la ubicación de la Cueva los Candanales.
Así que desde la Barzanieḷḷa, seguimos a la derecha hasta alcanzar el collado del Chanu la Chanza (1.127 m). Justo a su altura, tomamos por una poco perceptible senda que, a la izquierda, se interna en el valle de la Reguera. En realidad es poco más que un rastro de animales, que se dirige en llano hacia un primer crestón rocoso.
Cerca de él, perdemos toda senda y buscando los mejores pasos, seguimos sensiblemente en llano hacia el citado crestón.
Lo cruzamos con cuidado y seguimos perdiendo altura por una zona de pedrero, aproximándonos a la base del peñón donde se localiza la Cueva de los Candanales.
Bajamos con cuidado el pequeño hombro rocoso que antecede a la entrada de la cueva que se abre en la base de un peñón, comprobando que, al menos hoy, no tiene morador.
La cueva es amplia y en su fondo se adivina una galería superior que parece tener continuidad. Desde su entrada se tiene una inmejorable vista de la ladera de Las Oscuras, al otro lado de La Reguera y por donde parece discurrir otra perdida senda que habrá que recorrer algún día.
Disfrutamos durante un rato del inigualable emplazamiento de la cueva, para poco después seguir ruta, debiendo enlazar con la senda que cruza la ladera de Las Claras y que discurre a menor altura, por lo que en primer lugar deberemos perder altura por el filo del crestón que baja justo frente a la cueva.
Alcanzamos la senda que pierde altura hacia la derecha con un par de destrepes sencillos, pero donde conviene poner atención, pues la pendiente es mucha y la altura sobre el fondo del valle, también.
La senda pierde altura, siempre con tendencia a la derecha, cortando los diferentes crestones rocosos y alternando zonas de pedrera y roca con terrazas herbosas.
Uno de los puntos donde hay que poner atención. Sin complicación ninguna, pero como siempre digo, mal sitio para un resbalón tonto.
La senda baja y se dirige al último crestón calizo antes de alcanzar la muralla que cierra la salida del valle de La Reguera. Aquí el paso de la senda es facilmente identificable porque lo cruza por encima de uno de los dos "ojos" que presenta. Caprichos de la naturaleza (flechas).
Victor, disfrutando como un crío, mostrándonos estos rincones tan apartados y desconocidos.
Nada más cruzar este último crestón la senda baja con fuerte pendiente hacia el grupo de árboles que se ven junto a las paredes del murallón.
Entre los árboles y la pared caliza pasa la llamada Senda de la Espina, nombre que recibe por el espino que hay a mitad del paso.
Un paso precioso, por cierto, en el que no obstante hay que poner un poco de cuidado.
Una vista atrás a la Senda de la Espina, justo en la salida de la entalladura de La Reguera sobre las fincas de la braña de Combarros.
A la salida de la Senda de la Espina, esta se pierde totalmente. Hasta aquí Victor había llegado en anteriores ocasiones por arriba, pero nos pareció que la senda original quizás llegara más baja, por lo que decidimos probar suerte y buscarla en el robledal de las Penas Rubias, que se abre un poco por debajo. La collada que da acceso a las fincas de Las Veigas está realmente cerca y no nos pareció que nos fuera a dar mucho problema. Mala elección. No recomiendo para nada intentar seguir nuestro itinerario en este tramo, siendo preferible ganar unos metros por una canaluca (flecha) y acceder a Las Veigas un poco más alto por terreno más limpio.
Nosotros bajamos con tendencia a la derecha, internándonos en el Robledal de Penas Rubias, un robledal joven con bastante maleza, pero que una vez dentro de él, se dejaba caminar, aunque lo hacíamos sin senda alguna.
Sin embargo lo peor nos esperaba a la salida del robledal. El acceso a Las Veigas estaba defendido, y de qué manera, por una verdadera muralla de piornal, helecho, zarza y cotoya que nos dieron muchísima guerra para poder cruzarla, aún cuando ya estábamos en la propia collada de acceso y oíamos los cencerros de las vacas a escasos metros nuestros. Por arriba vemos el que sería el acceso o salida más sencillo a la Senda de la Espina.
En Las Veigas conectamos con la buena senda que cruza el Alto la Sierra y por la que comenzamos el descenso hacia el pueblo de Pigüeña, pasando primeramente por entre las fincas de y cabanas de la Braña Chaneces.
Y por fin alcanzamos el guapo pueblo de Pigüeña (660 m), que siempre me ofrece nuevos, viejos en realidad, rincones que fotografiar.
El día está feo de narices. La previsión no era esta, desde luego. Pero es lo que hay. Desde la iglesia seguimos subiendo hacia el cementerio.
Frente al cementerio hacemos un giro de 180º a la izquierda y seguimos subiendo hasta una pequeña loma, el Pandieḷḷu, desde donde tenemos una buena vista de Pigüeces.
Allí giramos a la derecha y seguimos subiendo hasta la siguiente loma, el Chano Colinas.
Desde el Chano Colinas continuamos subiendo con tendencia a la derecha, atravesando un crestón rocoso en el que se abren varias cuevas. Abajo va quedando Pigüeces, mientras nos aproximamos ya a la línea de niebla.
Alcanzamos una última loma, el Chombu Chociencias y casi en llano entramos en una amplia vaguada que la niebla nos impide ver. Es la Vaḷḷinona.
La Vaḷḷinona es una rectilínea y pendientísima canal, que cae a pico desde la cumbre misma del Rubio. Haremos el ascenso por ella. La niebla hace que no podamos disfrutar de las vistas que se deberían ir abriendo a nuestras espaldas, pero a la vez nos impide ver lo que nos queda por arriba. Y es que por esta canal ascenderemos unos 450 m en poco más de 600 m de distancia horizontal. Creo que con eso esta dicho todo.
La primera parte ascendemos pegados a la linde del bosque, en la margen derecha (sentido ascendente), para luego irnos más al centro. En un momento dado cruzaremos una marcada senda. Es la misma por la que pasé hace una temporada cuando le dimos la vuelta a la sierra y que os conté AQUI.
Subimos con calma, aún cuando la niebla ayuda. No quiero pensar subir por aquí con un sol de justicia. Más arriba la canal se abre un poco y se desdobla, siendo preferible ascender por la derecha de la misma. Un característico risco a modo de enorme jito, debería servirnos de referencia. Debemos subir a la derecha del mismo.
Aún cuando parezca imposible, la pendiente se acentúa aún más en el último tercio y casi me atrevería a decir que finalmente la Vaḷḷinona nos escupe a la cresta de la Sierra de Caduepo, solo unos metros por debajo de la cumbre del Rubio.
Y así hacemos cumbre en el mal nombrado Pico del Rubio (1.392 m), pues el verdadero nombre de esta cima es la de Pico del Prao del Niseiro o Pico de la Vaḷḷinona. Bailes de nombres del IGN. Las vistas nulas. La niebla está bien agarrada y nos impide disfrutar de ellas. Va a tocar volver una vez más a la Sierra de Caduepo para poder apreciarlas.
Así que no paramos apenas en cumbre. Hace fresco y aquí no pintamos nada. Yo paso por el verdadero techo de la Sierra de Caduepo, unos 5 metros más alta y al sur de la anterior, desde donde observo como se recorta el cresterío.
Recorremos un corto tramo de la cresta hasta un marcado collado en donde un desdibujado sendero empieza a perder metros por la vertiente derecha, la de Pigüeces. Lo más habitual es bajar por la izquierda, la vertiente del valle de Trapa, pero hoy lo haremos por aquí.
Es una ladera más quebrada, que cruza por encima de La Cariadona, pero el sendero es bastante claro y se cruza sin problemas. Además la niebla le da su punto, dibujando fantasmagóricas formas.
Por fin la senda bordea el extremo sur de la sierra y salimos encima de la collada del Chanu la Trapa.
Empezamos ahora a perder metros hacia el fondo del valle, dirigiéndonos a La Forcada, donde el valle se desdobla en dos, el Valle la Trapa que sube al Chanu la Trapa y el Valle Orticeda que se dirige a la braña y a la Cuḷḷada de Orticeda.
En La Forcada (1.110 m) giramos a la derecha para seguir subiendo hacia Orticeda. El día está visto que no nos va a dar la más mínima oportunidad.
Es en esta zona donde observamos varios rebaños de venaos (ciervos), aunque se mantienen a distancia. La Trapa es un verdadero paraíso cérvido y un lugar privilegiado para venir a rececharlos.
Seguimos subiendo por el fondo del valle y pasando frente a La Corradina, un minúsculo corro al abrigo de una peña, donde se guarecían los pastores.
Y poco después alcanzamos La Raya, la muria que delimita la braña de Orticeda, terreno privado y perteneciente a Pola de Somiedo, por lo que a veces esta braña aparece en los mapas como Braña de La Pola.
Orticeda es una braña preciosa, en el recogido y escondido valle de La Trapa y al abrigo del hayedo de El Veneiro.
Subimos por entre las ruinas de sus corros y cabañas, con el marcado collado del Chanu la Sieḷḷe al fondo.
Y justo por encima de Orticeda, nos internamos en el hayedo de El Veneiro. Ya que el día no está para grandes panorámicas, buscaremos el deleite de los bosques y sus pequeños detalles.
Cruzamos el Veneiro hacia la izquierda, ganando metros poco a poco, sabiendo que el valle de la Trapa y el bosque del Veneiro confluyen cerca de la Cuḷḷada Orticeda, bajo el Vildéo.
Unos metros por debajo de la Cuḷḷada Orticeda hacemos una parada para comer algo, que ya va tocando. Después seguimos hasta la collada (1.355 m), en la que damos vista a la vertiente de Aguino. De nuevo nos quedamos sin las vistas sobre la zona alta de Somiedo.
A duras penas vislumbramos las casas de Aguino entre la niebla.
El día no está para nada, así que renunciamos a la cumbre del Vildéo y en vez de subir hasta ella, lo bordearemos por el sur, subiendo por una perdida senda con la que en los primeros metros nos cuesta un poco dar. Esta senda aparece más marcada cuanto más arriba y gana una especie de colladín, en el extremo sur de la sierra, donde gira a la derecha.
Después sigue sensiblemente en llano hasta salir al Cuḷḷao de la Vaḷḷina o Cuḷḷao Vildéo (1.451 m), solo unos metros bajo la cumbre y que cruzamos cuando más densa es la niebla.
Salimos del Cuḷḷao por la derecha buscando una perdida senda que va a ir recorriendo la zona alta del cordal hacia el oeste. En realidad, nosotros lo haremos unos metros por debajo del filo del cordal, por medio del hayedo que se abre en la vertiente de Pïgüeces.
Alcanzamos así un segundo collado, el Cuḷḷao la Probe (1.463 m), y seguimos de igual forma hasta un tercer collado, el Cuḷḷao el Texu (1.510 m).
Desde el Texu empezamos a bajar a la derecha por medio del hayedo de La Enramada, con tendencia a la izquierda.
No debemos buscar enseguida la profundidad del valle. Debemos seguir hacia la izquierda hasta colocarnos en la cabecera del valle de La Enramada, una marcada vallina por la que debemos empezar a bajar. De todas formas el hayedo es limpio y no debería ofrecernos muchos problemas el descenso por él.
Bajando por el centro de la, cada vez más marcada, vallina localizaremos el punto de nacimiento del manantial de La Fonfría. Unos metros por debajo confluyen las dos riegas que marcan el valle de La Enramada.
Desde este punto empieza a vislumbrarse la senda que por la margen izquierda de la riega va a ir bajando hacia los prados de La Barzanieḷḷa, mientras disfrutamos del que puede ser uno de los hayedos más guapos de todo Somiedo.
Cuando más bajemos, más evidente se hará la senda. Por aquí subimos el día que hicimos una circular a la Sierra de Pigüeña, que os conté en AQUI.
Salimos por fin a los prados de La Barzanietcha, desde donde vemos la Sierra de Pigüeña al fondo y el collado del Chanu la Chanza a donde deberemos dirigirnos a continuación. Aquí se nos abren varias posibilidades para dirigirnos a Pigüeña. Lo más sencillo sería subir a ganar el Alto la Sierra por donde discurre el camino habitual hacia el pueblo. También podríamos bajar por La Reguera, el arroyo que se forma al sur de la sierra. Pero hoy Victor va a mostrarnos una ruta más salvaje, si cabe, cruzando la ladera de Las Claras.
Entrando en Las Claras, en primer lugar nos dirigiremos a la Cueva los Candanales, fácilmente identificable en mitad de la ladera, para luego bajar por la Senda la Espina.
El valle de La Reguera, entre las laderas de Las Oscuras a la izquierda y Las Claras a la derecha, con la ubicación de la Cueva los Candanales.
Así que desde la Barzanieḷḷa, seguimos a la derecha hasta alcanzar el collado del Chanu la Chanza (1.127 m). Justo a su altura, tomamos por una poco perceptible senda que, a la izquierda, se interna en el valle de la Reguera. En realidad es poco más que un rastro de animales, que se dirige en llano hacia un primer crestón rocoso.
Cerca de él, perdemos toda senda y buscando los mejores pasos, seguimos sensiblemente en llano hacia el citado crestón.
Lo cruzamos con cuidado y seguimos perdiendo altura por una zona de pedrero, aproximándonos a la base del peñón donde se localiza la Cueva de los Candanales.
Bajamos con cuidado el pequeño hombro rocoso que antecede a la entrada de la cueva que se abre en la base de un peñón, comprobando que, al menos hoy, no tiene morador.
La cueva es amplia y en su fondo se adivina una galería superior que parece tener continuidad. Desde su entrada se tiene una inmejorable vista de la ladera de Las Oscuras, al otro lado de La Reguera y por donde parece discurrir otra perdida senda que habrá que recorrer algún día.
Disfrutamos durante un rato del inigualable emplazamiento de la cueva, para poco después seguir ruta, debiendo enlazar con la senda que cruza la ladera de Las Claras y que discurre a menor altura, por lo que en primer lugar deberemos perder altura por el filo del crestón que baja justo frente a la cueva.
Alcanzamos la senda que pierde altura hacia la derecha con un par de destrepes sencillos, pero donde conviene poner atención, pues la pendiente es mucha y la altura sobre el fondo del valle, también.
La senda pierde altura, siempre con tendencia a la derecha, cortando los diferentes crestones rocosos y alternando zonas de pedrera y roca con terrazas herbosas.
Uno de los puntos donde hay que poner atención. Sin complicación ninguna, pero como siempre digo, mal sitio para un resbalón tonto.
La senda baja y se dirige al último crestón calizo antes de alcanzar la muralla que cierra la salida del valle de La Reguera. Aquí el paso de la senda es facilmente identificable porque lo cruza por encima de uno de los dos "ojos" que presenta. Caprichos de la naturaleza (flechas).
Victor, disfrutando como un crío, mostrándonos estos rincones tan apartados y desconocidos.
Nada más cruzar este último crestón la senda baja con fuerte pendiente hacia el grupo de árboles que se ven junto a las paredes del murallón.
Entre los árboles y la pared caliza pasa la llamada Senda de la Espina, nombre que recibe por el espino que hay a mitad del paso.
Un paso precioso, por cierto, en el que no obstante hay que poner un poco de cuidado.
Una vista atrás a la Senda de la Espina, justo en la salida de la entalladura de La Reguera sobre las fincas de la braña de Combarros.
A la salida de la Senda de la Espina, esta se pierde totalmente. Hasta aquí Victor había llegado en anteriores ocasiones por arriba, pero nos pareció que la senda original quizás llegara más baja, por lo que decidimos probar suerte y buscarla en el robledal de las Penas Rubias, que se abre un poco por debajo. La collada que da acceso a las fincas de Las Veigas está realmente cerca y no nos pareció que nos fuera a dar mucho problema. Mala elección. No recomiendo para nada intentar seguir nuestro itinerario en este tramo, siendo preferible ganar unos metros por una canaluca (flecha) y acceder a Las Veigas un poco más alto por terreno más limpio.
Nosotros bajamos con tendencia a la derecha, internándonos en el Robledal de Penas Rubias, un robledal joven con bastante maleza, pero que una vez dentro de él, se dejaba caminar, aunque lo hacíamos sin senda alguna.
Sin embargo lo peor nos esperaba a la salida del robledal. El acceso a Las Veigas estaba defendido, y de qué manera, por una verdadera muralla de piornal, helecho, zarza y cotoya que nos dieron muchísima guerra para poder cruzarla, aún cuando ya estábamos en la propia collada de acceso y oíamos los cencerros de las vacas a escasos metros nuestros. Por arriba vemos el que sería el acceso o salida más sencillo a la Senda de la Espina.
En Las Veigas conectamos con la buena senda que cruza el Alto la Sierra y por la que comenzamos el descenso hacia el pueblo de Pigüeña, pasando primeramente por entre las fincas de y cabanas de la Braña Chaneces.
Y por fin alcanzamos el guapo pueblo de Pigüeña (660 m), que siempre me ofrece nuevos, viejos en realidad, rincones que fotografiar.
Y de allí a Pigüeces a recoger el otro coche. Cambio de ropa y para Aguasmestas a tomarse una más que merecida cerveza. Os dejo el track.
Un saludo
Cienfuegos
Cienfuegos
Que lástima con el tiempo Javier!!, aún así, tu especial mano para fotografiar los bosques, nos brinda en esta entrada unas imagines mágicas entre la vegetación y la niebla.
ResponderEliminarTodo lo que se ve es bonito, así que no cabe duda de que disfrutasteis bien de la ruta.
Un abrazo!!
Gracias. Reconozco ser un enamorado de los bosques y en especial de los hayedos, así que no te creas que a veces me importa mucho lo de cambiar cumbres por bosques.
EliminarUn saludo
Decir que estais loquines o que sois los amos del monte, es decir hoy lo mismo...puffff, pedazo de lugar...puffff que sedos (con lo que me gustan a mi jjjjjjjjjjjjjjjjj) y esas imágenes mágicas con el halo de niebla...otro pedazo de relato al estilo caleyero, me ha encantado y es que Somiedo tiene mucho duende...mira que si os sale un oso de esa pedazo de cueva :) :) :).
ResponderEliminarMi abrazotedecisivo montañero, ya espero el siguiente relato.
Sara, pues decen las malas lenguas que en esa cueva no es raro darse de narices con algún que otro inquilino. Y amos del monte, va aser que no, asi que ... será que estamos locos, ja, ja.
EliminarUn abrazo
Qué ganas tenías de hacer esa cumbre, humilde pero muy guapa y con buenas vistas de las que poco pudisteis disfrutar. De todas formas tienes una mano para los hayedos que es casi única ...Esa bruña de Orticeda y ese Valle de Trapa son inmensos. Un abrazo
ResponderEliminarSi que le tenía ganas, si, Paloma. Y va a tocar volver, pero creo que no me va a importar. Me quedan cosas pendientes por la zona. Lo próximo cruizar esa ladera de Las Oscuras, que tienen una pinta tremenda. Y hombre, cuando no se pueden tirar fotos desde cumbre, pues se hace lo que se puede en los bosques.
EliminarUn abrazo
Tais como cabras,jejej....Un saludo..Cualquiera va con vosotros....
ResponderEliminarja, ja, na, no ye pa tanto.
EliminarUn saludo
Felicidades por el reportaje, y una pregunta...se puede bajar, por sendero, desde el collau Chanu la Chanza por el fondo de la vallina, y enlazar con el camín que va a Pigueña, a media ladera y que procede de las brañas del Cascaron y Chanos..según el IGN?
ResponderEliminarA ver. Te cuento. Yo no lo conozco personalmente, pero se que el descenso por la Reguera, desde el Chanu la Chanza a la senda que baja de Chanos a Combarros, es posible. Victor me tiene contado (y así lo explica en su libro) que se puede bajar sin mayor problema que el de poner cuidado para no resbalar en las piedras del río, ya que senda como tal, no hay, aunque se pasa sin problema ninguno. Eso si, mejor no hacerlo en época de aguas altas, ya que con mucho caudal puede ser más engorroso.
EliminarUn saludo
Gracies compañeru, saludos.
EliminarJuer cada dia lo pones mas dificil, el poder copiarte empieza a ser una aventura muy complicada, aunque reconozco que en estas, es donde mas adrenalina se quema, al no saber con que te vas a encontrar, en esos caminos perdidos. Lo de locos cre que sii....pero saludablemente heee.
ResponderEliminarEstupendo reportaje Javi, de los tuyos.
Un Saludo.
Estas rutas salen así, porque voy con buen guía. Lo que no conozca victor por Someido, malo será. Pero si se está de pisar monte, y sabiendo donde nos vamos a meter, no te creas que es tan mala ruta.
EliminarNos vemos
PD: espero que la recuperación de ese tobillo vaya bien.