Lionel Terray
Ediciones Desnivel
"Nacido al pie de los Alpes, antiguo campeón de esquí, guía profesional, alpinista de grandes courses y miembro de ocho expediciones a los Andes y al Himalaya, he consagrado toda mi vida a la montaña, y soy, si esta palabra tiene algún sentido, un montañero".
Así empieza a relatarnos Terray su libro Los conquistadores de lo inútil, una de las grandes obras de la literatura de montaña, un clásico sobre el que en realidad, no se muy bien qué podría escribir que no se haya dicho ya.
Lionel Terray nació en 1921 en Grenoble, Francia, y murió en 1965 como consecuencia de un accidente, que se suele catalogar de inexplicable, en las paredes de Vercors, estando enterrado en el cementerio de Chamonix. A lo largo de su vida desarrolló una dilatada carrera como esquiador, guía de montaña y experto escalador en la que destacan las primeras repeticiones de la cara norte del Eiger y la vía Cassin, las absolutas al Fitz-Roy, Chacraraju, Jannu, Makalu o al Monte Huntington, y sobre todo el participar en la expedición francesa que culminó con éxito la conquista del Annapurna en 1950.
Terray en la cima del Makalu |
La obra se desglosa en ocho capítulos. El primero "El descubrimiento de la montaña", está dedicado a su infancia, a la difícil relación con su padre - de familia acomodada y que no veía con buenos ojos que sui hijo dedicara a su vida a una actividad tan poco provechosa como escalar montañas - a su primer contacto con la montaña y sus inicios como esquiador. En el segundo "Primeras conquistas", se centra en sus actividades en la asociación Juventud y Montaña, sus contactos con Gaston Rebuffat, su vida como campesino en Chamonix y sus primeras conquistas de cierto renombre en el entorno de los Alpes, como el Col du Caïman o la Norte de l'Aigulle des Pèlerins. En el tercer capítulo "La guerra en los Alpes", nos cuenta su actividad, escasa como él mismo la califica, durante la II Guerra Mundial, formando parte de los grupos de la resistencia francesa que acosaban a las tropas alemanas en en entorno de los Alpes con la frontera con Italia. El cuarto capítulo "Mi encuentro con Lachenal", relata su estrecha relación con Louis Lachenal, con quien formaría cordada durante los siguientes años y junto al que lograría alguno de sus mayores éxitos en montaña. Con él realizaría la vía Cassin al espolón Walker en las Grandes Jorasses. En este capítulo relata también sus inicios como guía formando parte de la Compañía de Guias de Chamonix.
El quinto capítulo se centra en exclusiva en la primera repetición de la Nordwand, la cara norte del Eiger, realizada con éxito junto a Lachenal. En mi opinión es el mejor capítulo, el más elaborado, rico y absorbente de todo el libro. Junto a su detallada descripción de la escalada, nos relata la trágica historia de la Nordwand y los terribles sucesos que en ella habían acontecido. En el sexto capítulo "Guía de grandes ascensiones", nos narra su experiencia como guía profesional, relatándonos como se organizaba la actividad de los guías y sus asociaciones en aquellos años, además de describir su estancia en Canada como instructor de esquí en el Chateau Fontenac, en Quebec y como entrenador del equipo de esquí de Quebec.
El séptimo capítulo "Annapurna" se reserva en exclusiva para narrarnos la expedición francesa de 1950 que culminaría con la conquista del primer ochomil. Para cuando Terray escribe su libro, ya se ha publicado el de Maurice Herzog como jefe de la expedición. Yo, que ya había leido el de Herzog, entiendo que Terray no quiso volver a hablar de lo mismo, y su redacción complementa el de Maurice, centrándose en la exploración de la montaña y en la historia de Nepal y sus gentes - de la que quedaría prendado - más que en la ascensión como tal, así como en el épico rescate de Herzog y Lachenal. También dedica mucho tiempo a relatar la vuelta a Francia y la difusión de la expedición, lo que sin duda le dió la visión de como podía financiarse sus futuras expediciones no solo con el patrocinio, sino con la realización de películas y la realización de conferencias posteriores.
El último capítulo "En las cimas del mundo" es un compendio de las múltiples expediciones que vendrían tras el Annapurna. Como comento me resulta espeso, excesivamente esquemático y abigarrado. De un plumazo repasa las expediciones al Fitz-Roy, al Aconcagua y al Huantsan en Perú, su ascensión al Chomo Lönzo durante la expedición de exploración al Makalu y al propio Makalu en Nepal del que diría que "se entregó de manera demasiado fácil". Mucho más sufrida sería su ascensión al Nevado Chacraraju de nuevo en Perú, que relata a continuación.
En resumen, un clásico de obligada lectura a todo amante de las montañas del que quiero terminar la entrada con las palabras con las que el propio Terray cierra su libro y que me parece un párrafo sencillamente precioso. Una lástima que precisamente en su caso, no se cumpliera.
"Si en realidad no hay ninguna roca, ningún serac, ninguna grieta que me esté esperando en algún lugar del mundo para detener mi carrera, llegará un día en el que, viejo y cansado, encontraré la paz entre los animales y las flores. El círculo quedará cerrado, y por fin seré el simple pastor que añoraba ser en mis sueños de niño".
Saludos
Cienfuegos
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