02 octubre 2019

De Llamo a las Minas de Texéu y el Abeduriu

Hace unos años había hecho una primera visita a las Minas de Rioseco, en la Sierra del Aramo. Sin embargo, por falta de tiempo me había quedado pendiente la zona alta de las mismas, las minas de Texéu, sin duda lo más interesante de tan rico patrimonio industrial y arqueológico. Y es que las minas de Texéu son, en origen, minas del neolítico, donde aparecieron restos de los que sin duda son los mineros más antiguos de Asturias. Su visita y la búsqueda del camín de la Cueñona que permitía su comunicación con la vega de l´Abeduriu ya en la zona alta, serivirían de disculpa para una nueva tarde por el Aramo.


DATOS DE LA RUTA
  • Fecha: 06/09/2019
  • Zona: Sierra del Aramo
  • Municipios: Riosa (Asturias)
  • Inicio/Fin: Llamo
  • Distancia:  15 Km
  • Desnivel máximo: 940 m
  • Desnivel positivo acumulado: 1.090 m
  • Tiempos: 4 y 3/4 horas
  • Dificultad: Dificil. Si bien hasta las minas de Texéu hay buena y clara senda, el acceso desde las minas a la vega de l´Abeduriu se realiza en ausencia de sendas por un terreno realmente complicado.
  • Track: de-llamo-a-las-minas-del-texeu-y-el-abeduriu


Aparcamos en el pequeño pueblo de Llamo, donde finaliza la carretera RI-6. Allí tenemos una buena fuente en la que cargar agua.


La aproximación hasta las Minas de Rioseco está bien indicada en el núcleo, ya que hay que callejear un poco y acaba por encaminarnos a una buena pista que sube valle arriba.


Un último y duro repecho nos saca a la plataforma inferior de las Minas de Rioseco, donde se localiza el poblado minero cuyas casas fueron rehabilitadas en 2011. El poblado fue construido hacia 1892 por la compañía inglesa The Aramo Cooper Mines Ltd. para explotar los yacimientos de cobre y cobalto de la zona. Con la rehabilitación se han recuperado las casas de los mineros y las cuadras. Ahora falta lo más dificl, dotar de contenido a estos edificios, cuyo destino parece ser orientarlos a alojamientos de turismo rural, algo que parece complicado, la verdad.


Vamos recorriendo las instalaciones de las Minas de Rioseco. Aquí merece la pena venirse un día sin prisa, para verlo todo con calma, leer detenidamente los múltiples paneles instalados e imaginar como sería esto en los tiempos de plena actividad. La plataforma que se ve en la fotografía es un mirador construido hace poco.


Subimos al mirador desde donde tenemos una buena vista de las instalaciones inferiores. Los casetones, la chimenea, la planta de tratamiento y lavado de mineral, ...


A la derecha vemos la zona alta del valle. Allí, la reguera del Averón de la Foz atraviesa precisamente una foz entre lo picos Cochéu y Viḷḷuriz. Esa foz no tiene paso franco - o muy complicado, como comprobaron hace tiempo los amigos de Los de las Claras - y nuestra intención es regresar por la pista de La Mesta, a la izquierda de la foto.


El día no era el mejor para nuestros intereses, pero ya no había otra. El Monsacro se alzaba al fondo, en la parte baja del valle de Riosa.


Empezamos a ver viejas bocaminas. Desde las instalaciones de la planta de tratamiento vamos a ir subiendo por lo que queda del viejo camino carretero que va a ir pasando por los diferentes niveles de minas, empezando por el Transversal de la Casa Candanal, en el Piso 1º, junto a la que se ha habilitado una pequeña área recreativa.


El viejo camino asciende con nada más y nada menos que hasta 52 revueltas (47 según he visto en algún otro sitio, yo no las conté, la verdad), para así alcanzar la Campa les Mines, unos 400 m de desnivel más arriba, así que más vale tomárselo con calma.


En algunos tramos conserva su buen empedrado, pero la verdad es que la mayor parte del mismo se encuentra ya bastante perdido y, en nuestro caso, nos lo encontramos con muchísimo barro.



El camino asciende por medio de un denso bosque, si bien de vez en cuando podemos ver como nos vamos elevando sobre el valle, con el pueblo de Llamo ya muy abajo.


Una de las 52 revueltas.


Restos de uno de los apoyos de los cables aereos utilzados para bajar el mineral hasta las instalaciones de tratamiento.


Aunque apenas si lo apreciamos, la senda sube por el centro de una canal, pegada a las paredes que caen desde el Pico Viḷḷuriz.


Por fin alcanzamos la Campa les Mines, una despejada campera donde la pendiente suaviza.


A nuestras espaldas vemos el Cordal de las Segadas, que recorreremos luego, durante el regreso.


En la Campa les Mines se localizan nuevas bocaminas que corresponden al Piso 2º y restos de viejos edificios, como la oficna del capataz y las duchas.


Desde aquí ya vemos la zona alta, con el Pico Viḷḷuriz e intuimos la posible salida para ganar la vega de l´Abeduriu. Aunque parecía un tramo corto a recorrer, luego comprobaríamos que no iba a resultar tan sencillo.


Subimos por la campa, visitando alguna galería más en la zona alta, las del Piso 3º, como esta junto a la Fuente la Espinera.


Sin embargo debemos ir atentos. En la cabecera de la campa, la senda continúa ascendiendo hacia la derecha. Por ahí sigue para ganar Llazarandín, ya en las proximidades del Pico Xistras, en la zona alta del Aramo. Pero no es ese nuestro destino. Nosotros buscamos otra senda que cruza a la izquierda. Accede a una nueva campera y de repente aparece ante nosotros un inmenso y sobrecogedor boquete. Estamos en las minas de El Socavón, de origen neolítico.


Y sin embargo, no es hasta que desciende hacia ellas Alberto, que no nos damos cuenta del verdadero tamaño de la entrada a las mismas.


Estas minas, de cobre y cobalto, si bien fueron explotadas intensamente en el siglo XX, tienen un origen neolótico. La entrada a las mismas fue descubierta en 1888 por el ingeniero belga Alejandro Van Straleen que trabajaba en las cercanas minas de mercurio de La Soterraña. Dentro de las galerías de El Socavón y las de El Arrebolléu se han recuperado restos de entre 19 y 26 esqueletos de más de 4.000 años de antiguedad, muchos incluso con sus herramientas de trabajo. Algunos podrían haber perecido por accidentes, pero otros parecen corresponderse con enterramientos, algo sumamente singular y limitado a la cornisa cantábrica. Sobre todas estas minas teneis una documentadísima entrada en el blog "Historia y Patrimonio de Riosa".




Colores irreales a la entrada de El Socavón.



Fisgamos un poco por la entrada, sin adentrarnos mucho. Tampoco treníamos excesivo tiempo. Habrá que volver otro día e intentar dar con las galerías de El Arrebolléu que en esta ocasión ni buscamos. Recogimos alguna pequeña muestra de malaquita y azurita y después seguimos con la Parte B de la ruta, mientras veíamos que la niebla había descendido mucho y seguramente nos pillaría en el Abeduriu.


La idea era dar con la vieja senda de la Cueñona que permitía la comunicación entra las minas y la vega de l´Abeduriu. Unas semanas antes habían pasado unos compañeros sin conseguir dar con ella más que en algún tramo ya cerca de la vega. Yo llevaba su track e intentamos hacer algo distinto, subiendo más a la derecha que ellos, para ir peinando el terreno. Tampoco dimos con la senda. Lo cierto es que se trata de una senda ya muy perdida y puede que apenas sea perceptible, o que suba mucho más a la izquierda, próxima a una canal que se abre a esa mano. Tampoco ayuda el estado de los bosques tras la nevada de octubre de 2018, con multitud de árboles tirados. Habrá que volver otro día para seguir intentando dar con la Cueñona.


Aunque en un primer momento dimos con un rastro que parecía pisado, enseguida lo perdimos. Los árboles caidos y el propio terreno complican mucho el avance. Aunque el entorno es precioso, con los árboles luciendo largas colas de usnea barbata, ese liquen llamado coloquialmente como barba de capuchino.


Ascendimos por donde mejor vimos o pudimos. De verdad que se trata de un terreno complicado, con muchísima pendiente, maleza y muy resbaladizo. Fuimos subiendo con tendencia a la izquierda, buscando la entrada a la vega del Abeduriu con ayuda del GPS.


Lo cierto es que salimos justo bajo las verticales paredes de la ventana l´Abeduriu, demasiado a la derecha, y hubo que perder un poco de altura, cortando a la izquierda hasta dar con una pendiente canal, ya despejada de árboles, por la que conseguimos finalmente salir arriba.


En la vega nos esperaba una cerrada niebla.


De todas formas nos acercamos a ver la Ventana l´Abeduriu, un ojal en la peña, con un acceso un tanto complicado. Era la tercera vez que venía aquí, pero la primera que visitaba la ventana. Por desgracia la niebla deslució las vistas.


Descendimos por la Campa Tras la Vega hacia la vega de l´Abeduriu, cruzando entre espineras, acebos y tejos. A medida que perdíamos altura, la niebla iba a menos.


La vega de l´Abeduriu. Al fondo la collada por la que salimos llegando desde Texéu.


Tomamos por la senda que le da servicio pero al poco la dejamos, ya que ésta se dirige a Veneros. Nos salimos a la izquierda subiendo hacia el collado Bueyes.


Desde cerca del colaldo, una vista atrás. La niebla volvía a bajar sobre la vega.


En el collado Bueyes dimos vista a la ladera que desciende del Pradiella hacia el collado Espines, con el Cordal de las Segadas abajo.


Bajamos por una senda muy marcada del ganado hasta dar con el Camín del Fierro, camino armado de origen minero, de minas de hierro, claro está. Sobre este camino teneis otra entrada en el blog AQUI, así que no me extiendo mucho.


Bajamos hasta la collada Espines, donde salimos a la carretera que une el alto de La Cobertoria con el alto del Cordal, cuando veíamos como la niebla seguía bajando y ya cubría la zona alta de la ladera por la que acabamos de descender.


Toca ahora recorrer un buen tramo de carretera, unos 3 Km, que solventamos a paso rápido mientras disfrutamos de las vistas al este, sobre el valle del Caudal y con la Sierra de Ranero al fondo, una zona libre de las nieblas del Aramo.


Al oeste vamos dejando la Sierra del Aramo, pudiendo ver la zona por donde acabamos de subir, desde las Minas de Rioseco (abajo), por las múltiples revueltas hasta la Campa les Mines y luego el cruce hacia el Abeduriu, por detrás del Pico Viḷḷuriz.


Vamos recorriendo la carretera, mientras la tarde va cayendo. Nuevas vistas sobre la Sierra de Ranero.


Por fin alcanzamos el cruce donde, a la izquierda, entra la pista de La Mesta. Por aquí subián los camiones cargados con el mineral de las minas. Al fondo las instalaciones de las minas y la ladera por la que subimos. La niebla se había agarrado al Aramo para no soltarlo ya.


La pista de La Mesta ofrece un pequeño paseo que sin duda resultará precioso en otoño, con los árboles llenos de color.



El cielo empezaba a teñirse de naranjas cuando llegábamos nuevamente a las Minas de Rioseco, con el Monsacro al fondo.

 
En las minas cerraríamos la circular. Ya solo quedaba regresar por la pista de acceso nuevamente a Llamo. Os dejo el track, recordándoos una vez más las dificultades que presenta el paso desde Texéu al Abeduriu.


Un saludo
Cienfuegos

2 comentarios:

  1. Que interesante ruta , nosotros lo intentamos una vez desde el Xistras, bajar hasta las minas del Texeu, pero la liamos y al final quedaron sin conocer, así que desde Llamo lo intentaré un día de estos, ya que con tu descripción no será difícil, ya veremos después lo del Abeduriu, si es factible o no para nosotros jejej,
    Como siempre impecable la toponimia y las descripciones Javier.
    Un Saludo.

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    1. Hombre, el paso de Texéu al Abeduriu, con calma, tiemppo bastante, y sabiendo donde te vas a meter, se puede hacer y sale una circular muy guapa. De todas formas, ya solo arrimar a ver las minas de arriba, ya merece la pena.
      Un saludo, Luis

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