19 agosto 2021

Porracolina por los Castros de Horneo

Para la segunda jornada por tierras cántabras, tras el asalto al Castro Valnera, preparamos una larga travesía en la que saliendo desde el Alto de los Collados del Asón, nos perderíamos en el pétreo y sin igual laberinto de los Castros de Horneo, para a continuación cruzar la Canal Honda y seguir por Bustalveinte hacia la cumbre del Pico Veinte. Desde él tocaba recorrer el largo cordal que nos separaba de la cumbre del Porracolina, con varias cimas intermedias, y desde el que descenderíamos por el precioso barranco de Rolacia hasta el pueblo de Asón.


DATOS DE LA RUTA
  • Fecha: 02/07/2021
  • Zona: Parque Natural de los Collados del Asón
  • Municipios: Soba y Arredondo (Cantabria)
  • Inicio: Aparcamiento del alto de los Collados del Asón
  • Fin: Asón
  • Distancia: 27,5 Km
  • Desnivel máximo: 1.240 m
  • Desnivel acumulado positivo: 1.645 m 
  • Desnivel acumulado negativo: 2.080 m
  • Tiempos: 10 horas
  • Dificultad: Moderada. No destacaría ninguna complicación como tal. La dificultad hay que buscarla en la distancia y desnivel a superar.
  • Track: porracolina-por-los-castros-de-horneo


Dejamos el coche en el aparcamiento del Mirador de los Collaos del Asón, justo en el punto donde la carretera se descuelga en varias zetas hacia la profundidad del valle, pasando frente a la cascada del Asón, que nosotros no veremos al tenerla justo debajo.


Desde el propio aparcamiento arranca una buena pista por la que vamos a tomar pasando frente al estupendo manantial de Fuente Bezón.


Seguiremos la pista casi hasta el Alto de Posadía, donde la dejamos para tomar una senda a la derecha que empieza a aproximarse ya a los crestones calizos que forman los Castros de Horneo.


A la izquierda del valle queda otra mole no menos guapa, la de Los Campanarios.

Poco después dejaremos la senda, que se dirige a las cabañas de Saco, para empezar a ganar metros con tendencia la izquierda. Una sucesión de hitos nos debería encaminar a la entrada del laberinto de los Castros de Horneo.



A medida que nos aproximamos las caprichosas formas calizas empiezan a ganar protagonismo.


Y por fin, atravesando una primera entalladura que nos hace puerta, entramos en el sorprendente mundo de los Castros de Horneo. Un mundo en vertical, donde las cámaras solo pueden dar una ligera idea de aquella maravilla que nos deja, a los que aún no la conocíamos, con la boca abierta y el cuello dolorido de tanto mirar hacia arriba.







Serpenteamos por entre las galerías, nos asomamos a los huecos y no dejamos de lanzar exclamaciones, pues el paraje no puede ser más sorprendente. Cuando salimos momentáneamente de sus entrañas es solo para poder seguir admirándolo con algo más de perspectiva.


Al otro lado del valle Los Campanarios y al fondo a su derecha, el Picón del Fraile con sus instalaciones militares de vigilancia aérea.


Volvemos a sumergirnos en aquel océano calizo. No queremos que se acabe.



Aunque volvemos a salir para perder unos metros y dirigirnos hacia una especie de dedo amarillo que apunta al cielo (derecha de la foto).


Él nos marca la entrada a la cueva Turrutuerta. La guinda a la vista a los Castros de Horneo.



Finalizada la primera parte de la ruta, acometemos la segunda. Queremos atravesar la Canal Honda, solo como parte de la aproximación a la cumbre del Pico Veinte (flecha), aunque más valía no pensar en la distancia que nos separaba aún de él.


Perdemos unos metros hacia la derecha siguiendo una senda que se interna en el bosque, pasando frente a una curiosa cabaña.



Luego gana metros, pero pronto dejaremos la senda principal para tomar otra menos marcada que sale a su izquierda. La senda principal gana mucha altura y alcanza una ancha vira herbosa entre dos franjas calizas que se va ir demasiado por encima de la Canal Honda.


Saliendo del bosque toca atravesar una larga zona despejada de arboleda justo al pie de una de esas franjas calizas que comentaba (una vista atrás).


De esta forma, nuestra senda nos lleva directamente a la entrada de la llamada Canal Honda o Cañada del Silencio. Otra espectacular entalladura, pero que a diferencia de las visitadas en los Castros de Horneo destaca por su tamaño. Un bosque entero de esbeltas hayas cabe dentro de ella.




La salida no es menos espectacular. El bosque desaparece solo para permitir que admiremos la altura y verticalidad de las paredes.



Al fondo volvemos a ver el Picón del Fraile. Tendremos que pasar justo bajo él.


Nos despedimos de la Canal Honda.


Nos dirigimos ahora hacia la amplia vega del Campo de Brenalengua.


Nosotros nos liamos un poco y la bordeamos por su derecha, pero debemos buscar la salida por la collada que queda a la izquierda.


Esa collada nos da paso a otra vega aún mayor si cabe, la de El Valle. La dirección ahora es clara. Hacia la base del Picón.


A la salida de El Valle perdemos unos metros el camino, balizado como PR, pero enseguida damos con él. Continúa ancho y muy marcado por medio del bosque de Monte Llusía.


Tras el bosque alcanzamos las cabañas de Bustalveinte, de buen tamaño y muchas aún en pie, diseminadas por una amplia zona de pastizales.



Vamos a ir subiendo valle arriba, al pie mismo de las paredes que forman la ladera del Picón del Fraile.


El último tramo lo hacemos ascendiendo directamente por la herbosa ladera que habrá de llevarnos a la cumbre del Pico Veinte.


Pico Veinte (1.512 m). Curioso nombre, pero allí está su original buzón.


La primera vista es hacia el Castro Valnera por donde habíamos estado el día antes y cuya ascensión os conté AQUÍ.


El Picón del Fraile y la cúpula de su radar.


Una pena las brumas que emborronaban las vistas. Por desgracia irían a más a medida que la llegada del anunciado frente fuera cubriendo los cielos.


Tirando de zoom y procesando la foto en casa, se aprecia la Bahía de Santander.


No paramos mucho en cumbre. Lo justo para picar algo. Aún quedaba tajo. La cumbre del Porracolina es la última que se ve en la foto, ligeramente a la izquierda y para llegar a ella quedaba un largo recorrido.


Vamos a ir recorriendo por arriba la Sierra de la Vaga y tras pasar por la collada de Los Cuernos de la Vaga, nos izamos a la amplia cumbre del Pizarras (1.496 m), con un modesto buzón.


El Porracolina (izda) algo más cerca, pero lejos aún. El día empezaba a nublarse.


Continuamos a la pequeña cumbre de Peña la Llusa (1.449 m). Bajo ella los valles del Miera y al fondo el macizo de Peña Herrera.


En Peña la Llusa el cordal gira un poco al noreste. Por debajo vemos la pequeña vega de El Mortero, con varias cabañas.


La cresta se afila en El Espinajón, debiendo incluso apoyar la mano en algún punto, para luego seguir ascendiendo hacia la cima del Carrio.


A nuestra derecha las cabañas de Seldelcuende. Al fondo (izda) volvemos a ver Los Campanarios y asoma Peña Lusa (dcha).


Lo dicho, una pena las brumas.


Desde la cima del Carrio (1.445 m) toca descender hacia la collada del Alto de las Hazas Bravas. Lo haremos dando un pequeño rodeo por la derecha para tomar la senda que desciende por una corta canal, librando así los escarpes que se abren justo bajo cumbre.


Las cabañas de La Sota, bajo la ladera del Porra de la Colina y sobre la cabecera del Barranco de la Sota.


Ascendemos hasta la alargada cumbre de El Senderón (1.339 m). Al frente, la siguiente cota es la del Porracho de Cubios, pero esa la bordearemos por su derecha.


Al fondo, el Mortillano, ya al otro lado del valle del Asón.


Bordeando el Porracho de Cubios nos vamos directos al Alto la Mina, la collada que se sitúa ya justo bajo el ansiado Porracolina.


Dejamos momentáneamente a la derecha las cabañas de Sotombo, por entre las que bajaremos más tarde, y nos vamos al Porracolina, aunque antes haremos una parada en la estupenda fuente que nace a media ladera.


Y por fin, cumbre del Porracolina (1.414 m). El cordal entre esta cumbre y el Veinte se me ha hecho largo, pero ha merecido la pena.


Vistas hacia el noroeste, hacia la Bahía de Santander.



Y Santoña (centro) y Laredo (dcha) también se ven.


Los valles de Soba, en la cuenca del río Miera.


Paramos a comer en cumbre mientras Jose nos contaba lo que se veía, o intuía, ya que la bruma por desgracia era mucha. De entre todo nos llamaba la atención el Mortillano. A este habrá que hacerle una visita. Y al rato, para abajo, que quedaba ruta. Descendemos hacia las cabañas de Sotombo en la cabecera del Barranco de Rolacias por el que vamos a bajar.


La senda, suficientemente marcada, desciende primero hacia el valle colgado del Helguerón, una sorprendente planicie a esta altura, con varias cabañas diseminadas.

 
Reconozco que Rolacia me encantó. Me recordó a un Ordesa en pequeño. Aquella profundidad del barranco, con esas franjas horizontales de caliza alternando con viras herbosas.


La senda pierde altura por la canal de Pilafría. Allí abandono un momento a mis compañeros y me dejo caer por la ladera derecha hacia el nacimiento del arroyo. Este surge de una cueva, en uno de los principales puntos de descarga hídrica de todo el valle del Asón, la Cueva Munío. Es realidad veo que el río nace unos metros por debajo de ella y solo en momentos de caudal muy alto parece salir por la propia cueva, que tiene un tamaño considerable. Tras ella se abre una amplia galería de unos 15 m de alto que seguí solo durante unos metros, ya que tenía a mis compañeros esperando.



La senda va a seguir descendiendo hacia las cabañas de Chomín o Chumino, mientras tenemos en todo momento el Mortillano al frente.



Más abajo nos vamos a introducir en el Monte Rolacia, un denso y precioso bosque que va a poner el broche al descenso por el barranco.



Tras un vadeo sobre el cauce seco del arroyo Carcabón o Rolacia, la senda se encamina ya hacia el pueblo de Asón, a los pies del Mortillano.

Pasaremos por entre las primeras casas en el barrio de La Cárcava, para cruzar a continuación el río Asón por el puente del Raposillo. Ya solo nos quedaba recorrer unos cientos de metros por la carretera hasta el núcleo de Asón, donde teníamos aparcado otro coche. Culminábamos así esta larga travesía por el Parque Natural de los Collados del Asón. Cambio de ropa y a tomarse una cerveza allí mismo, antes de emprender el regreso a casa. Os dejo el track.



Un saludo
Cienfuegos

5 comentarios:

  1. Menudo rutón, me alegro que descubrieras los Castros de Horneo, son una maravilla en cualquier época del año aunque te quedan laberintos por conocer, imagino que para volver.
    Si hubierais bajado por el lado izquierdo de las cabañas de Sotombo habríais disfrutado de unas cuantas cuevas y nacederos de varias fuentes y arroyos.
    Muy buenas las fotos y muy completo reportaje.
    Saludos.

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    1. Ya me imagino que nos dejamos mucho por ver, pero ya ves que la ruta era larga y no podíamos pararnos demasiado. Esas cuevas y manantiales de Sotombo los ví después, al revisar reportajes de la zona que habíamos recorrido. Una pena. Pero bueno, disculpa para volver.
      Saludos

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  2. No pudimos hacer la ruta al completo ya que no teníamos manera de volver desde Asón al collado del mismo nombre donde habíamos dejado el coche, pero después de salir de los Castros (maravilla de sitio), tomamos el PR-78 a la derecha (antes de llegar a la canal Honda) hasta enlazar con tu ruta mas o menos un poco antes del Pico Carrio y desde allí seguimos tu ruta pero a la inversa. Al final salen unos 22 kilómetros de ruta circular, nos hubiese gustado poder hacer la ruta entera pero no estuvo mal. Me gustó descubrir esos paisajes, seguro que alguna otra ruta por la zona acaba cayendo.

    Muchas gracias.

    Un saludo. Sergio.

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    1. Buenas Sergio. Flipante ese sitio de los Collados del Asón, ¿verdad? Yo por lo menos aluciné. A mi también se me apetece hacer algo más por la zona. Es una pena que desde el centro de Asturias pille tan lejos porque además de guapa, ofrece muchas posibilidades.
      Un saludo
      PD: y da lo mismo si era PR o no o 78 u otro, jjj

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  3. Perdón, respecto al comentario anterior, ni era PR, ni creo que fuese el 78...bueno da igual :)

    Sergio.

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