Habíamos pasado un estupendo día de playa en Esteiro y la verdad es que era de esas jornadas en las que apetecía quedarse remoloneando en la arena hasta el atardecer, e incluso darse el enésimo baño con los últimos rayos del sol, pero yo tenía el antojo de recorrer la ruta de los Acantilados de Loiba, así que dejé a la familia disfrutando del arenal y, tras un último y refrescante baño, tomé por la acondicionada senda que me habría de llevar hasta Porto de Espasante, a donde irían a recogerme. Por medio, 15 km de espectaculares acantilados, preciosas vistas, solitarias playas y algún que otro bullicio como el que conlleva un eslogan tan estúpido como efectivo como resulta ser el del "banco más bonito del mundo".