El Teleno - el Tilenus sagrado de los astures, consagrado también por los romanos al dios Marte - bien merece una visita aunque sea una vez en la vida. El viaje hasta allí tiraba para atrás pero lo planteamos con un añadido que animaba bastante, así que allá que nos fuimos para realizar una circular desde el pueblo de Molinaferrera, subiendo por el valle del Cabrito, desde donde continúa una senda bastante perdida que nos conduce a la cumbre del Sestil desde la que pasamos a la de su hermano mayor, el Teleno. Descenso por el itinerario más habitual del cortafuegos para, en La Collada, tomar la pista que nos devolvería a Molinaferrera.
DATOS DE LA RUTA
- Fecha: 17/06/2023
- Zona: Montes de León
- Municipio: Lucillo (León)
- Inicio/Fin: Molinaferrara
- Distancia: 16,5 Km
- Desnivel máximo: 1.075 m
- Desnivel acumulado positivo: 1.120 m
- Tiempos: 5 y 1/2 horas
- Dificultad: Moderada. La senda en una parte del ascenso está casi impracticable por la maleza, necesitando de forma urgente un buen desbroce.
- Track: teleno-desde-molinaferrera
Podíamos haber aparcado en Molinaferrera pero llevamos el coche unos cientos de metros más allá por la pista que entra por el valle del Cabrito hasta una mínima área recreativa con un par de mesas y una fuente que nos serviría para cargar agua a la ida y asearnos cómodamente a la vuelta.
Junto al área hay un cruce de pistas. De momento subimos por la que asciende por la margen izquierda del río Cabrito. La idea era volver por la de la margen derecha.
Pista cómoda en todo momento y sin apenas desnivel.
Alcanzamos un primer cruce en el que siguiendo las indicaciones y tomamos el ramal de la izquierda para al poco tomar en un segundo cruce el de la derecha que nos va a llevar a la Vega las Cabras, donde dejamos el valle del Cabrito para internarnos en el de su afluente, el de Peña Bellosa. A estas alturas el grupo ya no lo formábamos cuatro, sino seis, tras la integración al mismo de dos mastines de esos de 70Kg cada uno que nos acojonaron hasta que vimos que, como casi siempre, tenían más ganas de mimos que de otra cosa. La cumbre del Teleno ya aparecía al fondo.
El camino sigue amplio y evidente hasta una captación de aguas, donde muere. Desde allí sigue una senda, bien balizada en su inicio que va a empezar a ganar altura rápidamente por la ladera derecha, la que baja desde la cumbre del Sestil.
Por desgracia desde este punto toma "comerse" un tramo de lo más incómodo. Por suerte nosotros lo pillamos de mañana y a la fresca, porque esto bajando de tarde y con calor podría ser para morir en el intento. La senda por momentos literalmente desaparece engullida por las escobas o retamas hasta el punto de tener que orientarnos por los hitos de piedras que, de tanto en tanto y dentro de aquella jungla, marcan su recorrido.
Un pequeño robledal da un cierto respiro, aunque pronto volvemos a pelearnos con las escobas en un tramo donde toca jugar a adivinar el trazado de la senda.
Poco a poco la parte cimera del Teleno se va aproximando, con los crestones de la Peña de la Sarna a la izquierda.
La jungla de retama casi que nos escupe a una pista que cruza horizontalmente la ladera. El mapa del IGN marca aquí los restos de un viejo canal, restos de la antigua minería de oro de época romana. La pista parece haberse construido sobre su trazado. Un aplauso, por favor.
No tocamos pista. Al otro lado de la misma un poste indica por donde sigue la senda. El brezo va ganando la partida a la retama y el sendero se muestra algo más evidente y menos conflictivo de seguir.
Además enseguida alcanzamos los primeros conglomerados de piedra cuarcita sobre los que vamos a ir avanzando. Nuestros amigos de cuatro patas, que tan animosos venían al principio, se achicaron un tanto al paso por la jungla y seguirían chupando rueda ya hasta la cima.
La Peña de la Sarna. Curioso nombre.
La parte cimera del Sestil pierde pendiente y se hace más llevadera, mientras las vistas se van abriendo sobre gran parte de la Maragatería.
Últimos metros al Sestil o Majada de la Citrera.
Al otro lado del collado nos espera el Teleno que en su cara norte forma un gran y escarpado cuenco, restos de pequeños circos glaciares.
Cumbre del Sestil o Majada de la Citrera, separada del Teleno por un amplio collado.
Al oeste las vistas se abren hacia el Morredero y los Montes Aquilanos.
No paramos mucho en cumbre. Ya quedaba poco al Teleno y había ganas de coronar, así que seguimos ruta.
La cumbre del Teleno la forma una amplia plataforma sobre la que se eleva un curioso y enorme cúmulo de grandes bloques de cuarcitas blancas del Ordovícico. Este y otros campos de piedras similares, así como su morfología periglaciar y los restos de minería aurífera del periodo romano, es lo que han hecho que el Teleno forme parte del Inventario de Lugares de Interés Geológico del IGME.
Cumbre del Teleno cosida a buzones - en exceso para mi gusto - aunque a nuestra amiga la mastina parecían hacerle gracia.
No tuvimos mucha suerte con las vistas. El día estaba muy metido en brumas y las nubes cubrían la cordillera. En días despejados el Teleno debe ser una atalaya increíble, pero nosotros nos tuvimos que conformar con lo que había. Vistas sobre Peña Paloma, con un cortafuegos bajo ella y donde muere la Sierra del Teleno. A la izquierda el embalse de Tabuyo del Monte, con el pueblo del mismo nombre detrás.
Los parques eólicos de la Sierra del Becerril, tras la que se esconde el valle de Compludo que desciende hacia Molinaseca. Eso ya está en Camino de Santiago.
Al norte deberíamos poder ver la zona del Catoute, entre otros, pero nada.
Al oeste, una más sobre el Morredero y los montes Aquilanos.
Vistas sobre el valle de la Cabrera.
Y tirando y abusando de zoom, vistas sobre Peña Trevinca.
Y al sur el pueblo de Corporales a la derecha, con la mole del Vizcodillo al fondo a la izquierda.
Picamos algo en cumbre, una especie de ofrenda al temible Tilenus, pero al poco tocaba bajar, ya que los tiempos de la segunda actividad de la jornada apretaban, así que foto de cumbre - uno de los mastines se negó a salir - y para abajo.
Dejamos tan curioso "montón de piedras" y nos dejamos caer por la ladera norte.
Bajamos primero por donde mejor lo vimos, pero siempre con la senda a la que teníamos que salir bien visible al frente. Al fondo a la izquierda se adivinaba Molinaferrera, nuestro destino, con el pueblo de Filiel a la derecha.
Molinaferrera
Una vez alcanzada la senda seguimos bajando a buen ritmo, con los mastines jadeando ya por el calor que empezaba a apretar pese a las nubes.
Una vista atrás.
La senda da paso a un cortafuegos por el que se pierden rápidamente metros. Es, sin duda, la parte más fea del recorrido. No entiendo como la mayor parte de las ascensiones se hacen subiendo y bajando por este itinerario.
Al cortafuegos le sigue una pista que baja hasta La Collada, una amplia collada, como no, desde la que la pista principal continúa al este, hacia Filiel. Sin embargo aquí nosotros giramos a la izquierda, entrando en la cabecera del valle de La Collada.
Es un tramo guapo, por praderías y con mucho arbolado que ofrece un regreso fresco y a la sombra. Cruzamos el arroyo de La Collada, donde los cuadrúpedos se dieron un buen baño, y seguimos ya junto al arroyo del Cabrito.
Nuestra pista desembocaría justo en el área recreativa donde teníamos el coche. Allí por fin nos despedimos de nuestros amigos cuadrúpedos que se volvieron para el punto donde los habíamos encontrado. Nosotros procedimos a un rápido cambio de ropa, lavado en la fuente y sin más dilación, para Castrillo de los Polvazares, donde daríamos paso a la segunda actividad de la jornada.
Aunque en realidad, seamos justos, esta era verdaderamente la principal actividad de la jornada. Un cocido maragato de esos que te dejan redondo y más fundido que cualquier ruta de montaña.
Un saludo
Cienfuegos
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