30 octubre 2022

Al Pico Nevadín por la ruta de los tejos

Siempre me había planteado el ascenso al Nevadín desde Rabanal de Arriba hasta que me enteré de la llamada Ruta de los Tejos, que arranca de las proximidades de Rioscuro. La ruta permite la visita a varios ejemplares de tejo de monumentales dimensiones, así como a alguna pequeña cascada. El recorrido íntegro del valle de Brañarronda es por si mismo aliciente suficiente para llenar una jornada, pero además nos deja a los pies de Peña Vendimia desde la que se gana el Pico Nevadín. Para el regreso opté por el descenso a la braña de Cubacho, para después remontar metros y cruzar primeramente un precioso abedular que da paso a un robledal donde se pueden visitar varios robles de tamaño sencillamente colosal. No podía haber elegido una ruta más variada y completa.

DATOS DE LA RUTA
  • Fecha: 16/09/2022
  • Zona: Laciana
  • Municipio: Villablino (León)
  • Inicio/Fin: Rioscuro. Carretera LE-493 PK 52+200
  • Distancia: 21,5 Km
  • Desnivel máximo: 1.015 m
  • Desnivel acumulado positivo: 1.490 m
  • Tiempos: 9 horas
  • Dificultad: Moderada. Aunque hay senda en todo momento, el ascenso por el valle de Brañarronda no siempre es evidente. Por su parte, el paso entre Peña Vendimia y el Pico Nevadín se hace por una cresta que exige unas trepadas sencillas, pero en donde podría dar cierta sensación de patio. Se podría evitar perdiendo altura.
  • Track: Pico-Nevadin-y-Peña-Vendimia-desde-Rioscuro
  

 
Aparqué en el punto de donde arranca la Ruta de los Tejos, en la carretera de Rioscuro a Murias de Paredes. Allí mismo sale una buena pista por la que voy a avanzar durante el primer tramo con una mañana de sol que contrastaba con el día de lluvia que dejaba en Asturias.


La pista baja a cruzar el río Bayo y pronto deja este valle para internarse en el de Brañarronda por el que voy a hacer toda la ascensión. Muy guapa ya esta primera parte atravesando un frondoso bosque.


Dejo atrás una primera fuente y enseguida alcanzo las primeras cabañas de Brañarronda, muchas de ellas bien arregladas.


Un poco más arriba llego a un cruce en el que dejo la pista principal a la derecha. Por ella regresaría a la tarde. Yo tomo la senda que se interna a la izquierda, por donde me indican los postes de la Ruta de los Tejos, y pasando junto a una segunda fuente. 


La senda gana altura, elevándose sobre las fincas de Brañarronda.


Enseguida empiezo a pasar junto a buenos tejos, aunque nada comparado con lo que veré más tarde.


De momento dejo a la izquierda la senda balizada para seguir un poco más valle arriba hasta una pequeña pero coqueta cascada que dada la época pillo con poca agua.


Regreso al cruce y sigo la senda que asciende por medio de un densísimo bosque, casi diría selvático, para acercarme hasta el petroglifo. Allí una piedra de gran tamaño ha sido tallada al pie de un tejo de gran porte. Desconozco la intención de venir a tallar una piedra en un lugar tan recóndito. Ser es un sitio chulo. La foto es horrible, lo se, pero es la única que tengo.


Después me pierdo - literalmente - en el bosque para ir saltando de un tejo a otro. Ellos son los verdaderos protagonistas de este bosque. Su tamaño no dejan indiferente. Cuando crees haber dado con el mayor, enseguida te sale al encuentro otro aún más impresionante. Por lo que he podido leer los hay de más de 6,5 m de perímetro y eso son más de 1.000 años.




Pese a que la senda está en principio balizada, la verdad es que el bosque es tan denso e intrincado, que resulta complicado orientarse en su interior. Además está cosido a pequeñas sendas y veredas, seguramente de los propios visitantes y cuesta dar con la senda principal que nos saque de él para seguir subiendo hacia la braña las Murias. Con todo, y con la inestimable ayuda del GPS, lo consigo.


En la braña las Murias hay un refugio muy arreglado. Una pena que esté cerrado, ya que ofrecería un sitio perfecto para hacer noche. Aprovecho para hacer una primera parada larga y picar algo.


Asciendo por las praderías de la braña las Murias, mientras veo ya la parte alta del valle hasta donde tendré que llegar..


Se sale de la braña subiendo a la izquierda del arroyo (sentido de la marcha). La senda no siempre es evidente y hay que ir buscándola.


Y llego a los Prados de Musiones. Una llanada, sin cabañas, situada a mayor altura que la braña de Murias. Aunque parezca que hay que dejar los prados a nuestra derecha, debemos entrar en ellos y recorrerlos hasta casi su final. Allí, al fondo, sale la senda, internándose nuevamente en el bosque hacia la izquierda.


Sigue después un tramo un tanto confuso. Conviene no perder la senda, pues senda hay en todo momento e incluso de vez en cuando veremos algún hito de piedras, pero la maleza ya empieza a comérsela y el ascenso no siempre es evidente. Digamos que sube con tendencia a la izquierda, para pasar bajo un crestón rocoso, y luego gira a la derecha para situarse sobre el mismo, tras lo que sigue nuevamente hacia la izquierda, cruzando un par de pequeñas vegas. 


Si todo va bien daremos así con una nueva vega, donde quedan restos de viejos corros y chozos. Es lo que queda de la braña Tararina. Por encima ya veo muy cerca el cordal que debo ganar.


Dejo Tararina por debajo y sigo subiendo por una poco marcada senda que se encamina a la Muezca.


La Muezca es una estrecha horcada por la que gano el cordal, dando vista al sur del mismo, al valle de Vivero que baja hacia el pueblo homónimo.


Desde la Muezca asciendo por el lomo del cordal, subiendo junto a una valla que divide municipios.


Por debajo voy viendo todo el valle de Brañarronda que acabo de recorrer de forma íntegra, mientras al fondo se alzan ya conocidas cumbres de la cordillera. Cueto Arbás, Cornón, ....incluso las Ubiñas.


Poco a poco voy aproximándome a Peña Vendimia, que se me anticipa con su enorme hito de cumbre.


Y finalmente lo alcanzo. Cumbre de Peña Vendimia. Un pico redondón, no especialmente guapo, la verdad, pero con muy buenas vistas.


Justo debajo la vega del Pozo de Xeixo y por debajo de ella todo el valle de Brañarronda.


Hacia el occidente vistas sobre el Alto Sil y Ancares, con el Cueto Arbas en el extremo derecho.


Cueto Arbás a la derecha y Caniechas a la izquierda.



Vistas sobre la cordillera, con el Cornón y el Muxivén.


El Cornón (izda) y el Muxivén (dcha). En el medio se destaca el Mocoso.


Macizo de las Ubiñas


Hacia el sur, Tambarón y Catoute (dcha).


Aunque lógicamente a mí se me van los ojos al Nevadín (izda), que pilla un poco al suroeste, y la cuerda que le sigue hacia el Miro de Rabón (dcha).


Paré un buen rato en cumbre de Peña Vendimia, pero después tocaba seguir ruta, así como tomo por el lomo que pasa por la modesta cumbre del Chagunón, poco más que una loma donde pastaban un rebaño de vacas, para luego descender hacia la collada que me separa del Nevadín.


A la izquierda dejo el valle de Vivero


Me sorprende la cresta que une las dos cimas de la jornada. Estas no dejan de ser un par de cumbres alomadas, pero la cresta que pasa de una a otra es muy quebrada y requiere de alguna trepada, sencilla, pero a tener en cuenta y que considero más fácil en el sentido en el que estoy haciendo el recorrido.


Un primer gendarme se bordea por la izquierda, con un paso un tanto aéreo, luego se trepa un segundo crestón de frente, fácil subiendo, pero igual un poco peor bajando. La parte final se corta a media ladera hacia la izquierda para pillar así la falda del Nevadín de forma mucho más sencilla. Desde ella veo la cresta que acabo de cruzar.


Por debajo las lagunas del Chagunón, a las que bajaré después, y al fondo la braña de Bucimeda, bastante más lejos de lo que pueda parecer por el efecto del zoom.


Un último repecho me lleva a la cumbre del Nevadín, una cima que tenía muchas ganas de conocer. Allí permaneceré un buen rato fisgando los alrededores con los prismáticos y sacando no pocas fotos.


El cordal sigue al oeste hacia el Miro de Rabón (derecha) y más allá hacia el Cuerno del Sil. Esas quedan apuntadas para futuras visitas.


Justo al sur el Valdeiglesias, con el Catoute a su izquierda.

Hacia el oriente se destaca el Alto la Cañada que visité el año anterior.


Y por supuesto al norte, nuevamente la cordillera con las Ubiñas....

...Cornón y Muxivén,...


...y el Cueto Arbás. Las nubes se colaban por el puerto de Leitariegos confirmando la previsión de mal tiempo para Asturias.


Tirando de zoom, Villablino.


Era pronto y la ruta larga, así que decidí dejar la comida para más tarde. Tras un buen rato en cumbre, seguía recorriendo el cordal hacia el Miro de Rabón, aunque sin llegar a él. Atrás se queda el Nevadín (dcha) y Peña Vendimia (izda).


Me alcé en un cotero que ofrecía buena vista sobre el valle de Cubacho por el que iba a hacer parte del regreso. Justo enfrente se alza el Cueto Nidio, coronado por varias antenas. En esos momentos la ruta de vuelta aún pasaba por él.


Un poco antes del cotero al que me subí, baja un marcado sendero a la derecha. 


Toda la cara norte del Nevadín resulta muy guapa y tiene poco que ver con la alomada cumbre. Esta zona es mucho más agreste, muy, muy chula.


Desciendo hacia las lagunas del Chagunón, con el Cueto Arbás al fondo.


Desde el Chagunón me despido del Nevadín. Lo dicho, visto desde aquí tiene poco que ver con la loma que constituye su cumbre.


En un primer momento me despisto, pero enseguida veo que la senda baja a la izquierda de las lagunas, entrando en un valle diferente a aquel por el que desaguan. Al frente el Miro de Rabón.


Se ve que la ruta más habitual de acceso al Nevadín es por este lado, ya que la senda está mucho más marcada que la que hay subiendo por el valle de Brañarronda.


Desciendo hasta una amplia vega en la que se asentaba la braña de La Culebra, bajo el Miro de Rabón. Allí ya solo quedan restos de varios corros para recoger el ganado.


Baja luego la senda por medio de bosque hasta salir ya muy abajo a los Prados de Bucimeda.


A la entrada de la braña me encuentro con una pareja, las primeras y únicas personas que veré en todo el día. Son de la zona y charlo un buen rato con ellos. Les cuento por donde he subido y por donde voy a bajar. Es entonces cuando me hablan de unos robles milenarios. Me dan unas explicaciones un tanto vagas de como poder acercarse hasta ellos y me meten el gusanillo en el cuerpo. Tras la charla sigo ruta.


Desde Bucimeda se sigue ya por pista. En mi caso tomo un ramal que tras cruzar sobre el arroyo, asciende a la derecha hacia la braña de Cubacho. Un poco por debajo de ella paro por fin a comer que ya iba siendo hora. Allí, a la sombra miro el plano, pienso en lo que me acaba de contar la pareja y cambio de idea. No volveré por Cueto Nidio y la pista de braña Vilforcos, que además me obligaría luego a recorrer un buen tramo de carretera. En su lugar desde Cubacho ganaré el cordal y buscaré alguna senda que me lleve nuevamente al valle de Brañarronda.


Así que desde Cubacho tomo una pista que sube con fuerza a ganar el cordal que separa este valle del de Barroso, paralelo al de Brañarronda, cuando veo los Prados de Bucimeda por donde he pasado hace solo un rato.


Gano el cordal desde donde veo Cueto Nidio con sus antenas. La pista gira a la derecha y sigue ascendiendo por el lomo de la sierra. 


Nada más tomar por la pista veo alguna senda que entra en llano a la izquierda, y tomo por ella.


No pude haber tomado una mejor decisión. Doy con una senda que cruza en llano un precioso abedular que además pillo ya muy amarillo, bastante adelantado para la época. Los capudres (serbal de los cazadores) también dan un toque de color con el rojo de sus frutos. Una pena la hora, con el sol cayendo a plomo, contrastes muy fuertes y una luz filtrada por las hojas que no ayudaban con las fotos.




El cruce del abedular resulta ser de lo más guapo del día. Personalmente me pareció una preciosidad. A la salida del mismo doy con una nueva pista. En realidad es la misma que había dejado un poco antes. Esta asciende hasta la parte alta del cordal para luego bajar por la divisoria de los valles de Barroso, a la izquierda, y Brañarronda, a la derecha, por el que acabará bajando.


La pista pierde metros atravesando de nuevo el abedular en la parte alta.


Aunque poco a poco el robledal va tomando el relevo. Es entonces cuando empiezo a ver robles de un tamaño imponente.



Y entre todos ellos uno que no deja indiferente. Conozco ya muchos robles centenarios, quien sabe si milenarios, pero del grosor de éste pocos. Los tejos de la mañana eran brutales, pero este roble, no les va a la zaga.


La pista aún sigue bajando y pasando junto a otros buenos tochos, aunque parezcan poca cosa comparados con el anterior.


Por fin, ya bastante abajo salgo a un cruce. Es por el que pasé por la mañana, justo por encima de las cabañas de Brañarronda. Aquí cerraba la circular y ya solo me quedada recorrer un último trecho de pista.

Llegaba así al coche con una ruta de las de enmarcar, que discurre por unos bosques realmente asombrosos y que merecen la pena conocerse. De hecho me voy con ganas de volver a recorrer esta zona. Sin duda habrá segundas partes. Os dejo el track.


Un saludo
Cienfuegos.

2 comentarios:

  1. Que maravilla de tejos. En la oxidada bicicleta de mi cueva iría a verlos.
    Un saludo.

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    1. Aparcada al pie de uno de ellos. No sería mal lugar para terminar sus días esa bicilceta, jj. Un saludo

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